viernes, 29 de junio de 2012

Desempolvando ideas (Parte I)

Es cierto que la tasa de desempleo es muy elevada. Uno de las causas inmediatas es la disminución del número de contrataciones. Pero también podría explicarlo el incremento bruto de despidos…el panorama no es el más propicio para encontrar el puesto de trabajo deseado, tal cual pasaba uno y dos lustros atrás. Pero existe un problema añadido que convive en todas y cada una de aquellas personas con conocimientos y habilidades para desarrollar una profesión de forma independiente, pero que esperan, mientras pierden pelo y uñas, una llamada que por las fechas que corren, aunque sea lamentable, muy extrañamente llegará.

Ante estas circunstancias, como antes se ha dilucidado, tenemos dos alternativas: ponerse manos a la obra o verlas venir desde muy lejos. De ambas formas nos hacemos viejos, pero escogiendo la primera, a la vez, nos sentiremos realizados. El mínimo desarrollo que de tus conocimientos hagas, te lo agradecerá tu conciencia. Y la explotación de tus ideas pueden, no sólo dar sus frutos ‘sentimentalistas’, ayudando a la mente y el corazón, sino también colmar tus necesidades económicas, llenando tu bolsillo. Hablamos del autoempleo, de la posibilidad de fundar un negocio propio.

Desarrollar una idea no es tan complejo como generarla. O dicho de un modo más consumado, el surgimiento de una idea original es la etapa más complicada de la creación de un negocio. Y en gran medida, la clave del éxito. La originalidad y la creatividad son los elementos que posibilitan una diferenciación que hoy en día el cliente demanda e incluso exige. Difícil aportación podemos hacer desde aquí a esta fase, pues parte del desarrollo mental que cada cual disponga llevar a la práctica. Sí podemos recomendar determinadas pautas que ayudarán al correcto comienzo y desarrollo del negocio, y en ello nos vamos a centrar.


Antes de desglosar por áreas, vamos a centrarnos en ciertas fases que debemos completar previamente al lanzamiento:
  • Un análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y debilidades) no debe demorarse en el tiempo, siendo vital la evaluación de riesgos para encaminar correctamente nuestro negocio.
  • La viabilidad de la idea debe ser comprobada anteriormente a su lanzamiento, pues un desembolso importante puede irse al traste de lo contrario.
  • Estudiar el mercado, ponernos en la piel del cliente potencial y ver las posibilidades de competencia que nos acechan son importantes trazos que no debemos obviar.
  • Un calendario en que se especifique la secuencia de la creación e implantación del negocio nos permitirá visualizar el transcurrir diario del negocio.
  • Una completa evaluación de las posibilidades existentes acerca de la forma jurídica a adoptar y la idoneidad de posibles socios, se corresponden con, más allá de una recomendación, un requerimiento legal.
Desde un punto de vista estratégico o “largoplacista”, hemos de crear un plan que nos encamine hacia los objetivos planteados sin perder de vista nunca la misión que nos encomendamos. Los objetivos deben estar perfectamente determinados en un calendario y debemos ejercer un control periódico sobre el cumplimiento de éste. Las estrategias deben ser adecuadas a nuestra idea y al mercado en que la desarrollaremos. La concreción de éstas últimas en planes de acción es tan importante como los dos pasos anteriores.

La semana próxima haremos efectiva la segunda y última entrega de este interesante tema, profundizando más en determinados ámbitos de relevancia para la puesta en marcha de una idea original.

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